Migración | Causas, consecuencias y retos de la niñez al migrar solos
«Sentía espinas dentro de mis tenis», así es como Katherine describe el calvario de migrar no acompañada hacia los Estados Unidos en busca de una vida mejor para ella y su familia.
Por: Ariel De León
Katherine Navarrete es ahora una joven que en 2019 tomó la decisión de migrar hacia los Estados Unidos en busca de una vida mejor para su familia; en aquel entonces apenas tenía 17 años.
Mediante la iniciativa “Soy Autor” de ConTextos, relata en el libro “Sorpresas que no son sorpresa” la odisea que vivió en su intento por llegar a tierras norteamericanas y los peores momentos que enfrentó en el camino.
Como Katherine, miles de niñas, niños y adolescentes migran solitariamente cada año hacia los Estados Unidos. Sin embargo, sus motivos y contextos varían profundamente, reflejando las problemáticas estructurales que enfrentan en sus comunidades.
Factores que impulsan la migración infantil
La decisión de migrar no es sencilla, especialmente para los menores de edad. Según datos presentados en el 2022 de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el 68.6 % de las personas migran en busca de una mejor calidad de vida; un 32.7 % lo hace para reunificarse con familiares y un 11.4 % huye de la inseguridad o amenazas.
Asimismo, la organización internacional World Vision, publicó en 2019 un estudio sobre la niñez migrante en El Salvador donde proporciona datos casi similares a los presentados por la OIM.
Según dicho estudio, un 69.9% de los encuestados dijeron tener como motivo principal de la migración la reunificación familiar, 43.8% dijeron por razones económicas y 19.2% por causas de la violencia u otros factores de menor riesgo.
Además, la última Encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples realizada en 2022 por la desaparecida Dirección General de Estadística y Censos (DIGESTYC), menciona que 70,019 niñas, niños y adolescentes menores de 17 años viven en situación de abandono por uno o ambos padres a causa de la migración.
En departamentos como San Miguel y San Vicente, los altos índices de migración infantil reflejan las dificultades económicas y sociales de la región. Estas localidades no solo son puntos de origen, sino también de tránsito, ya que muchos menores de países vecinos como Honduras, cruzan El Salvador rumbo al norte.
Peligros y consecuencias de la niñez al migrar solos
La travesía hacia el norte es especialmente peligrosa para los niños y adolescentes que viajan sin compañía. En el camino, enfrentan riesgos como el abuso físico y sexual, la explotación laboral, el secuestro y la trata de personas.
Además, las condiciones extremas de los desiertos y las fronteras cobran muchas vidas, sumando deshidratación, hacinamiento y enfermedades a la lista de peligros y desafíos.
Una de las principales consecuencias psicológicas es el trauma que estos menores desarrollan, producto de las experiencias vividas durante su viaje, como amenazas de violencia, separación familiar y la incertidumbre sobre su destino. Este trauma, si no es atendido, puede afectar su desarrollo emocional y social a largo plazo.
El pasado día de acción de gracias en los Estados Unidos fue localizado “Mario”, un menor de 10 años de edad originario de Sonzacate que fue encontrado por un guardia de migración, pues el coyote que lo llevaba lo dejó abandonado. “No me quieren llevar” le menciona con voz entrecortada el niño al guardia de migración, quien al verlo solo, contactó a las autoridades competentes.
Para mitigar estos riesgos, los países de tránsito y destino, junto con organizaciones internacionales, trabajan en medidas de protección. El Salvador ha instalado consulados en México y Estados Unidos que gestionan casos de menores migrantes no acompañados y apoyan a los que son interceptados.
Por su parte, agencias como UNICEF y ACNUR abogan por un enfoque de derechos humanos, asegurando que los menores no sean detenidos y que se les brinde acceso a refugio, atención médica y apoyo psicológico.
El retorno: el reto de la niñez de volver al lugar de origen
En los primeros meses de 2024, Estados Unidos reportó la intercepción de más de 7,700 salvadoreños, incluyendo 650 menores no acompañados. Según datos del 2021 de La Prensa Gráfica, 1,157 menores retornados provenían de San Salvador, 895 de San Miguel, 816 de Usulután, 666 de La Unión y 665 de La Libertad.
Estos niños enfrentan enormes desafíos al ser retornados: desarraigo, falta de oportunidades y traumas acumulados durante el trayecto. Programas como “Vida Segura en mi Hogar” de Aldeas Infantiles SOS buscan atender estas necesidades. Alberto Nieves, coordinador del proyecto, resalta que el acompañamiento psicológico es clave para la reintegración de estos menores en sus comunidades.
¿Qué se está haciendo para proteger a la niñez migrante no acompañada?
El Gobierno salvadoreño y organizaciones internacionales han implementado medidas para garantizar los derechos de los niños migrantes.
Los consulados salvadoreños en el extranjero están activando redes de apoyo para gestionar retornos humanitarios y prevenir que estos menores enfrenten procesos judiciales injustos o se queden varados en albergues.
Por otro lado, programas comunitarios buscan abordar las causas estructurales de la migración. Iniciativas como la formación técnica y la creación de empleo juvenil pretenden ofrecer alternativas a la migración forzada. Además, se promueve la reunificación familiar como un derecho humano fundamental.
El futuro de la niñez migrante: una generación en movimiento
La historia de Katherine y de miles de menores no acompañados refleja la complejidad de la migración en El Salvador. Este fenómeno no solo involucra a los niños y adolescentes que parten, sino también a las comunidades que dejan atrás y a las sociedades que los reciben.
Estas experiencias marcan profundamente el desarrollo físico, emocional y social de los menores, configurando una generación que crece en constante movimiento y enfrenta desafíos particulares.
Organizaciones como UNICEF y Aldeas Infantiles SOS han destacado la importancia de proporcionar atención psicológica especializada para abordar los traumas derivados de estas experiencias.
También destacan el fortalecimiento de los sistemas de protección infantil y la promoción de derechos fundamentales como la reunificación familiar en condiciones seguras.
Asimismo, la inversión en educación y capacitación es esencial para equipar a esta generación con herramientas que les permitan construir un futuro en sus comunidades de origen.
El objetivo no es solo detener la migración, sino crear entornos donde los menores encuentren seguridad, estabilidad y oportunidades, evitando así que la migración irregular sea su única opción para alcanzar una vida digna.
Proteger a la niñez
La migración infantil no acompañada continúa siendo un fenómeno vinculado a las desigualdades sociales y económicas presentes en las comunidades de origen.
De acuerdo con diversos estudios, los niños y adolescentes que emprenden este tipo de travesías enfrentan altos riesgos de explotación, abuso y otros peligros durante su trayecto.
Por ello, organismos internacionales y gobiernos han subrayado la necesidad de crear entornos seguros y oportunidades dentro de las comunidades para reducir los factores que impulsan esta migración.
Además, se han propuesto políticas públicas orientadas a abordar las causas estructurales del fenómeno y garantizar redes de apoyo que permitan atender de manera integral a los menores afectados.